Córdoba, la Docta

Reclaman que el Gobierno aumente la capacidad computacional del sistema científico

En el marco de la inauguración de la «súpercomputadora» que pondrá en funcionamiento la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en agosto, los representantes del Centro de Computación de Alto Desempeño (CCAD), denunciaron la escasa inversión pública en la renovación de la capacidad computacional del sistema científico nacional, por parte del sector político. 

Desde el Centro de Computación de Alto Desempeño pidieron que se invierta en capacidad de cómputo para el sistema científico.

Serafín es el nombre que le dieron al clúster que podrá ser utilizado por científicos y científicas de todo el país y por organismos de ciencia y tecnología para diversas actividades que van desde reforzar proyectos científicos de distintas disciplinas, respaldar el sistema de cómputos a las investigaciones sobre Covid-19 que necesitan realizar simulaciones en los clusters o proveer horas de cómputo para cálculos de dinámica de fluidos computacional, como el que realiza la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) para el desarrollo de su avión de entrenamiento primario IA-100 Malvinas, que lleva adelante la empresa.  El clúster tecnológico es una inversión exclusiva de la Universidad Nacional de Córdoba, surgida del Programa de Adquisición de Grandes Equipos (PAGE) que lleva adelante la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la universidad y que demandó 371.748 dólares, pero los representantes del CCAD demandan que el Gobierno realice una inversión aún mayor para que el sistema científico nacional no quede obsoleto. 

Se trata de una iniciativa de investigadores del CCAD que podrán utilizar en todo el país los científicos y científicas que lo requieran. Sin embargo, uno de sus promotores, Nicolás Wolovick, sostuvo que «Argentina no está a la altura que debería estar de acuerdo al PBI del país, a la cantidad de producción científica por habitante. Si se miran todos los indicadores y se buscan países similares, como Polonia, ese país europeo tiene 10 veces más poder de cómputo que Argentina. La situación muestra que nuestra clase política no entiende estas cosas y que así como hubo un Arsat que por 500 millones de dólares el país tuvo un satélite de comunicación, por 10 millones de dólares Argentina podría poner por primera vez una supercomputadora en el top. Solo 10 millones de dólares, que no significan nada en gasto para el Estado pero sí es algo determinante para el desarrollo científico del país». 

«Lo bueno de esta supercomputadora es que la utilizará mucha más gente. Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) pero también de todo el sistema científico del país», dice el investigador y docente de la UNC, doctor en Ciencias de la Computación que integra el Directorio del Centro de Computación de Alto Desempeño (CCAD) que funciona en el Data Center de Ciudad Universitaria cordobesa.  «Tenemos una política súper abierta respecto a sumar gente de otros lugares y puede ser utilizada para proyectos de astronomía, química, física, biotecnología, entre otros«, agrega. El próximo 4 de agosto el CCAD presentará Serafín, el cluster que toma el nombre de uno de los personajes de la historieta argentina «Inodoro Pereyra» de Roberto Fontanarrosa, y que tiene una capacidad para hacer 156 billones de operaciones por segundo (156 Tflops de potencia de cálculo), posicionando a Córdoba en la línea uno, en cuanto a Cómputo de Alta Performance (HPC)  en Argentina.  A modo ilustrativo, podría decirse que una ejecución que se demora un día en una máquina de escritorio, en Serafín, con el poder de cómputo que tiene -salvando la distancia- tardaría aproximadamente, menos de un minuto.     

«Argentina debería invertir por lo menos, cinco millones de dólares cada cinco años y mientras tanto un millón de dólares cada año para mantenimiento, capacitación, pagar personal en HPC, y no se hace», indica Wolovick y explica que en el Top 500, que rankea las 500 supercomputadoras con mayor rendimiento del mundo, el nuevo clúster de la UNC, pese a su potencia está lejos de formar parte esa elite.  «Serafín son 370 mil dólares, es nada al lado de lo que se debería gastar en un país de nuestro tamaño. Aún así pasa a ser el clúster científico más grande de Argentina pero para avanzar hay que poner las cosas en contexto global, tener una perspectiva de dónde está uno y proyectar», aseguró Wolovick.  

Por su parte, Oscar Reula, doctor en física, docente, investigador y quien está a la cabeza de todo lo que realiza el Centro de Cómputo de Alto Desempeño aseguró que «Alentamos la demanda, el uso del servicio de los clusters, porque si no hay, quiere decir que nuestra ciencia se está quedando obsoleta porque donde mires, en cualquier país, hay una inversión inmensa en cómputo, y la usan. ¿Y qué pasa con nosotros? Ahí hay un problema de que nuestra ciencia, en algún punto se está quedando», y explica que el paradigma de la inversión científica siempre ha sido apuntar a la compra de algún aparato concreto y no la visión de un proyecto científico particular. «Y eso es un problema porque la computación es algo transversal. Todas las áreas necesitan y el Estado tiene que entender la necesidad de invertir ahí».  

Un proyecto de la UNC 

El clúster Serafín tiene capacidad para funcionar como si fueran una sola PC y con características muy especiales: «puede estar funcionando las 24 horas del día durante cinco años seguidos sin que falle nada», dice el investigador y docente de la UNC.  «Desde un lado, se puede pensar Serafín como si fuera una colección de computadoras, exactamente 60, pero no se acaba ahí el cuento. Se llama supercomputadora porque son 60 ordenadores interconectados y que a su vez, cada uno es muy potente. Tienen capacidad para funcionar como si fueran una sola PC y con características muy especiales: puede estar funcionando las 24 horas del día durante cinco años seguidos sin que falle nada. Ni las fuentes, el procesador, ni tampoco la memoria que puede hacer autocorrección de errores», explica Wolovick sobre este cluster y añade: «Todo eso hace que sea costosa, pero lo importante es que es una máquina que se puede utilizar como si fuera una sola computadora». 

«Es un proyecto que armamos muchísima gente cuyo director es Marcelo Mariscal, vicedecano de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, presentamos un montón de grupos con proyectos en distintas áreas. Nos encolumnamos atrás de todo esto, y no solo ganamos el financiamiento sino que salimos primeros», cuenta el investigador sobre la supercomputadora, que se suma a los otros cluster, de similar tecnología, con los que viene trabajando el CCAD: Mendieta (9 Tflops), Mulatona (6 Tflops) y Eulogia (56 Tflops).   «Alentamos la demanda, el uso del servicio de los clusters, porque si no hay, quiere decir que nuestra ciencia se está quedando obsoleta porque donde mires, en cualquier país, hay una inversión inmensa en cómputo, y la usan», dice el director del CCAD, Oscar Reula.  

Fuente: Periferia Ciencia