Política y Economía

Los discursos del odio

Por Redacción ACN • 20/12/2020 00:01 • Tiempo estimado de lectura: 12 minutos

El pasado miércoles se llevó a cabo un conversatorio organizado por la Mesa de Trabajo de Derechos Humanos. Convocado bajo el título “Comunicación y Derechos Humanos. Los discursos del odio en los medios de comunicación”, cuatro periodistas debatieron sobre la instigación en redes y medios a la humillación o el menosprecio de otro u otros; y de cómo los discursos negacionistas que circulan en las redes luego son reproducidos por algunos medios.

Los discursos del odio: un debate sobre el rol de los periodistas, de los medios, de las redes.

El panel  de periodistas invitados: Miriam Lewin (defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual);  María Ana Mandakovic (secretaria General del Cispren); Juan Cruz Taborda Varela (revista Matices, SRT de la UNC) y Waldo Cebrero (periodista, docente FCC de la UNC). La interesante propuesta, en tanto se trata del candente problema de la violencia mediática, mereció, al menos este resumen.

María Ana Mandakovic

“Un tema por demás sensible, complejo, tiene que ver con el debate sobre la libertad de expresión y las nuevas tecnologías”, arrancó Mandakovic. “Prima en este discurso en las redes el anonimato, la sentencia rápida; cómo lo abordamos desde la profesión, cuando en aras de la libertad de expresión escuchamos cosas terribles, que generan violencia, y un alto nivel de hostilidad”. La secretaria General del gremio de los periodistas consideró dos elementos: primero, en relación al daño en sí en forma de violencia o discriminación; y después desde la situación de la víctima, como parte de un grupo social. “Esto hay que analizarlo en un contexto político y social y cómo se tejen las relaciones de poder”, agregó, y propuso ver su “relación con el discurso hegemónico y cómo ese discurso trabaja sobre el sentido común y el nivel de referencialidades”.

¿Cuáles son los límites de estos discursos? La dirigente del Cispren identifica dos: la incitación a la violencia y el avasallamiento de la democracia atentando contra las instituciones. “No se trata de la pluralidad de voces, es algo que tiene su intencionalidad, que tiene que ver con quién lo dice y desde dónde lo dice; nuestra responsabilidad como comunicadores o comunicadoras es advertirlo, denunciarlo”.

Mandakovic se refirió a la última sesión del Consejo Superior de la Universidad Nacional, donde se rechazó la propuesta de nombrar profesores eméritos a dos docentes de Derecho partícipes en la última dictadura cívico militar. “Que esto suceda en la última sesión del año, que la facultad de Derecho lo presentara simplemente como que estaban en una ‘lista de nominados’, creo que elude la intencionalidad; algo como que ’si pasa pasa’, y es que algunos parecen estar agazapados para emerger en cualquier momento».

También se refirió al caso de Mario Pereyra. El Cispren decidió denunciarlo por “violencia mediática” en la Defensoría del Público. “Comparó a un gobierno democrático con la dictadura de Pinochet; y nos pareció que no bastaba con un comunicado de repudio, había que avanzar con otros mecanismos, una acción concreta, en este caso la denuncia; de ahí que propongo reflexionar y avanzar con los instrumentos que ya hemos conseguido en el marco de la Ley de Medios, que deben funcionar y potenciarse para limitar, ponerle freno a este tipo de discursos”.

Y se refirió también a las fake news o noticias falsas. Propuso observar el escenario de los medios de comunicación, donde no solo están los hegemónimos. “Deben contemplarse, y buscar políticas para sostenerlos, a los medios populares, autogestivos, comunitarios, agrupados en cooperativas de trabajo, que rompen con esta estructura; no quiere decir que en estos sectores no exista el discurso del odio, pero hay una producción más amplia y plural; y también pensar en los medios públicos, en su defensa y fortalecimiento”.

Y concluyó: “No se está atentando contra la libertad de expresión –que es una construcción colectiva- cuando se denuncia y se busca frenar los discursos del odio, reproducidos en medios hegemónicos; es nuestra responsabilidad como organización gremial de los comunicadores y las comunicadoras poder dar este debate en la sociedad, para que finalmente digamos no al negacionismo y que nunca más sea nunca más”.

Miriam Lewin

“Después de cuatro años de acefalía, inmovilización, intento de parálisis y de recorte de derechos, la Defensoría del Público se ha puesto en movimiento”, dijo. “Estamos trabajando en la cobertura periodística responsable; con revisión y redacción de recomendaciones para esto; en las coberturas que tienen que ver con delitos de lesa humanidad. Buena parte de la población asumió las políticas de estado de memoria, verdad y justicia; otra parte se resiste y se sube al discurso banal y superficial”. Agregó que un sector de la población toma el discurso que dice “en la época de los militares no había inseguridad, no había corrupción…”. Lewin consideró a ese un discurso peligroso, “algunos partidos lo utilizan concientemente para profundizar una polarización, donde esta realidad de crisis económica, de aislamiento, es campo orégano”.

Y continuó: “Ante la imposibilidad de certezas, todos y todas buscamos seguridad y certezas. Todo puede ser manipulado como una amenaza. Es fácil encontrar para nuestros males chivos expiatorios. Y aquí están los sectores históricamente vulnerados, débiles. Hablo de la comunidad LGTBQ, los migrantes, los pueblos originarios, los habitantes de determinados barrios, los jóvenes estereotipados… pensamos en la Defensoría que un punto de inflexión en nuestra acción fue una denuncia preexistente, cuando asumimos en plena pandemia. Fue cuando 65 legisladores y legisladoras y varios ciudadanos y ciudadanas hicieron un reclamo porque Baby Etchecopar –autodenominado comunicador- había dicho en el programa de Mirta Legrand (conducido por su nieta Juana Viale) que ‘Cristina era el cáncer de la Argentina’. Qué hicimos: analizamos qué recursos tenía la vicepresidenta (Cristina Fernández de Kirchner)  para defenderse, qué umbral de protección tenía, justo ella que había eliminado la figura de calumnias e injurias. Empezamos a pensar este episodio a la luz de la figura de violencia política mediática contra las mujeres; que resulta en la disuasión de mujeres y diversidades que participan de la vida pública y su eliminación de la arena pública, del ágora. Un fenómeno tóxico para la democracia, que puede llevar a las personas a abandonar la actividad política y que reproduce y potencia estereotipos, nocivos para equidad de género”.

Agregó la titular de la Defensoría del Público que se trata, además, de una vulneración del derecho de las audiencias, que incluye el derecho a una comunicación respetuosa de los derechos humanos. “No es conveniente desarrollar na tolerancia ni naturalización de esto”, aseguró.

¿Internet contribuye a la democratización de la información? Lewym recordó cuando en 1994 entrevistó a Bill Gates. “Me dijo que iba a tener un profundo potencial democratizador”. El argumento: desde cualquier lugar del mundo se iba a poder consultar, por ejemplo, sobre un avance científico. “Pero, si bien hay que reconocer que las redes cumplieron un rol fundamental en algunos fenómenos como el de Ni Una Menos; este es el lado luminoso de las redes, pero tiene una contracara oscura. Porque es donde circula el concepto del odio, amparado en el anonimato, como dijo María Ana”.

Miriam Lewim se refirió al Sistema Interamericana de Protección de los Derechos Humanos, que define a estos discursos como “la apología o incitación de la violencia”. Si bien desde los medios y las redes sociales se reproducen a diario discursos agresivos, misóginos, discriminadores, expresó “que no en todos los casos hay consenso acerca de qué constituye discurso de odio; pero esto no quiere decir que no deba ser abordado el problema. Seguimos recibiendo muchísimos reclamos en la Defensoría; y a pesar de no tener competencia sobre redes sociales y plataformas digitales, la verdad es que la porosidad de las paredes de las redes y las plataformas y los medios de comunicación, hace que los contenidos salten de un lado a otro sin ningún tipo de barrera.

La Defensoría del Público no tiene funciones sancionatorias, recordó. “Tenemos un rol en materia de promoción de derechos, capacitación, de construcción de una comunicación igualitaria democrática. Queremos un cambio cultural para que sea posible un diálogo amplio donde quepan los debates y discusiones apasionados, sin utilizar la descalificación del otro. Sin silenciar al otro, porque cuando se expulsa del debate público al débil no se está favoreciendo la libertad de expresión, la libertad de opinión”.

Aseguró que las medidas punitivas no sirven, tampoco la autoregulación. “La autoregulación empodera a las compañías y les da una responsabilidad que no la tienen, porque su fin es el lucro, por más de que hablen de su responsabilidad social. Tenemos que apuntar a que el ejercicio de la libertad de expresión de unos no implique el menoscabo de otros derechos de igual valor de las minorías vulneradas. Debemos apuntar al desarrollo de proyectos de alfabetización mediática e informacional, que es una herramienta democrática válida, cuyos efectos permanecerán en el tiempo”.

Waldo Cebrero

El periodista y docente comenzó afirmando que una experiencia fundamental para él fue trabajar en el periódico “Será Justicia”, de Familiares e HIJOS.

Sobre las recomendaciones para las coberturas de los juicios de lesa humanidad y la ‘porosidad’ a la que se refirió Miriam, dijo: “Muchas de las buenas cosas que se hacen, se hacen a pulmón, desde medios muy chicos. Tuve un gran aprendizaje a partir de pasar por las salas de prensa de los juicios a los responsables del terrorismo de estado. Esa experiencia me llevó a la pregunta sobre la conciencia en sí. Lo mismo con los temas que atraviesan las luchas feministas. La subjetividad no aparece en el cuerpo del periodista, en las escuelas de periodismo no se enseña o se toma como un faro de ciertas ciencias sociales”.

Y continuó: “Pensando en las recomendaciones sobre las buenas prácticas, creo que para poder abordar con responsabilidad la temática de derechos humanos y tener herramientas contra el discurso del odio, es necesario pasar por estas preguntas de nuestra trayectoria vital: ¿de dónde venimos, cuál es nuestra trayectoria familiar o cómo me afecta? De ahí puede surgir una ‘nueva sensibilidad’, sobre todo para abordar las coberturas de derechos humanos. Detrás de cada víctima puede haber un aprovechamiento narrativo, un regodeo del drama. A partir de esa sensibilidad, podemos encontrar una nueva manera de contar, de trabajar con otra mirada del otro y ver cómo neutralizamos todo lo que da vueltas por las redes”.

Juan Cruz Taborda Varela

Quien continuó con la conversación fue el periodista de los SRT Juan Cruz Taborda Varela. Y disparó: “El periodismo es el oficio o profesión más impune del mundo”. Para continuar reflejando la falta de normativas o su incumplimiento a la hora de  frenar los discursos del odio. “El mal manejo del trabajo no tiene una penalidad como sí la tienen otros oficios, el carpintero, o el médico; en este marco, la idea de impunidad y la realidad de las falsas noticias, impone que se adopten reglas más claras, porque se pone en juego la propia democracia; hay mucha mala intención para embarrar la cancha de la democracia”.

“No se pone en juego el prestigio de los periodistas, que es lo que menos importa. Se pone en riesgo a la propia democracia”, sentenció.

“La democracia es tan amplia que permite en su seno a gente que no es democrática, y no solo en el caso de los periodistas”, aseguró Juan Cruz. Y mencionó el caso de (Juan José) Gómez Centurión, “golpista, defensor de genocidas, que fue candidato a presidente en las últimas elecciones”. SE refirió a cómo hoy se pasea por los medios destilando su odio, “si bien es chico el grupo que lo sigue, el poder de daño es terrible”.

“Mi idea del liberalismo político se acota muchísimo, porque entiendo que la democracia, en aras de su generosidad, de su amplitud, no se puede poner en riesgo porque esa amplitud la vuelve frágil en el marco de los discursos de odio que reproducen los medios de comunicación. Hay que dar la disputa, pero a corto plazo, con formación y educación, no lo vamos a resolver; tiene que ver con tener reglas claras para aquellos que atentan contra la democracia, porque niegan el genocidio del Estado, o la cantidad de desaparecidos. No los vamos a enviar al colegio para que aprendan, porque tienen el odio incorporado. Y allí es donde creo que las reglas deben cristalizarse a través de normas, de leyes”, enfatizó.

Y advirtiendo con el peligro para las instituciones de estos grupos de odiadores, “estas minorías intensas y peligrosas, que tienen como líderes a Gómez Centurión o a un explotador como (José Luis) Espert, por ejemplo, llegando incluso a sectores juveniles, con expresiones como ‘somos la muestra de rebeldía’, o ‘somos lo alternativo a lo actual’”.

Y advirtió cómo se apropian de términos y conceptos de las expresiones progresistas, “porque reconocen a un sector, un target del electorado, que puede receptar sus ideas; se hacen llamar libertarios, concepto acuñado por los anarquistas de principios del siglo pasado. En Córdoba, Horacio Giusto Vaudagna, un joven que preside el partido de Gómez Centurión, que expresa los conceptos más degradantes, desde un catolicismo a ultranza, se autodefine periodista y tiene una radio FM que se llama ‘La Resistencia’”. 

Taborda Varela concluyó: “Tenemos varios problemas: un oficio como el de periodista, impune, al que nadie le pone freno, con la autopercibida periodista Viviana Canosa que afirma que Perón se opuso al aborto en la Conferencia de Bucarest en agosto de 1974 cuando había muerto un mes antes; tenemos el sistema político más generoso, que es la democracia; sin reglas ni normativas para poner freno a las expresiones anti democráticas y tenemos la reapropiación de términos que siempre pertenecieron a los luchadores de nuestra sociedad por parte de personajes medievales”.