Salud

Etiquetas claras para elegir con libertad

Un proyecto de ley, con media sanción del Senado y que está siendo debatido en Diputados, busca garantizar el derecho a la salud brindando información nutricional comprensible en los productos envasados. Una especialista de la Universidad Nacional de Rosario lo considera prioritario para mejorar la alimentación y controlar la epidemia de sobrepeso y obesidad.

El proyecto plantea reemplazar el etiquetado actual por una advertencia visible en la parte frontal del paquete que indica si el producto tiene altos valores de azúcar, sodio o grasas.

El etiquetado de los alimentos es uno de los medios más importantes para saber los ingredientes, la calidad o el valor nutricional de lo que vamos a comer. Actualmente, las tablas que aparecen en muchos productos son de difícil comprensión ya que contienen terminología técnica o científica, el tamaño de la tipografía dificulta la lectura y en algunos casos se encuentra bajo dobleces de los paquetes. Es decir que no hay un criterio sencillo y universalizado para dar información a los consumidores y ayudarlos a decidir qué alimentos comprar. A esto se suman las estrategias de marketing en los envases con promociones y personajes.

En los últimos años, diversos países de américa Latina avanzaron en la sanción de normativas e implementación de políticas para generar un cambio significativo en la cultura alimentaria, favorecer hábitos y pautas de consumo más saludables, así como ofrecer información más clara sobre los productos disponibles. El etiquetado frontal de alimentos envasados es obligatorio en Perú, Chile y Uruguay.

En Argentina, el año pasado el Senado le dio media sanción a un proyecto de ley sobre etiquetado que advierte si un alimento o bebida sin alcohol tiene excesos de sodio, grasas, azúcares o calorías. Ahora espera ser tratado en la Cámara de Diputados.

“La información como derecho debe ser adecuada y veraz, así como también clara y accesible para toda la ciudadanía. Que sea posible reconocer y comprender la información de los alimentos y las bebidas que consumimos, fortalece la propia autonomía para elegir con libertad”, afirma la Dra. en Química de la UNR, Liliana De Luise, especialista en Tecnología de Alimentos.

El proyecto busca garantizar el derecho a la salud  a través de la promoción de una alimentación saludable, brindando información nutricional simple y comprensible de los productos envasados y bebidas analcohólicas. Incluso, promueve acciones educativas para la concientización y prohibe la publicidad de alimentos no saludables dirigida a niños y niñas.

Sistema de advertencias

“El sistema de advertencias es considerado el más efectivo para identificar productos con alto contenido de nutrientes críticos, como azúcares, grasas, grasas saturadas y sodio, proporciona una mejor información para el consumidor, en un tiempo más corto y favorece la selección de alimentos más saludables”, sostiene de Luise. Asimismo explica que es el más comprendido por niños, niñas y adolescentes y personas de todos los niveles educativos, lo cual es central para proteger a los grupos más vulnerables, que son quienes más padecen obesidad, malnutrición y enfermedades crónicas en general.

El sistema no realiza una valoración integral de la calidad nutricional del alimento pero “desde una perspectiva de derecho, informa y protege la autonomía de los consumidores para decidir”. La propuesta es que se implemente de modo obligatorio y gradual para dar tiempo tanto a los consumidores como a las industrias a adaptarse a los cambios. De igual manera se procura acompañar la estrategia de etiquetado frontal con campañas de comunicación y concientización para que la población  comprenda y tenga más información sobre nutrición y alimentación saludable.

La advertencia aparecerá en una imagen gráfica en el frente del paquete que indica si el producto presenta niveles superiores a los recomendados de sodio, grasas y azúcares. Los valores máximos establecidos deben cumplir con los límites del Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud. Se exceptúa de la colocación de sello en la cara principal al azúcar común, sal de mesa, aceites vegetales y frutos secos.

De acuerdo al proyecto, el sello adoptará la forma de octógonos de color negro con borde y letras de color blanco en mayúsculas. Este es considerado el formato que reduce -en mayor medida- la intención de compra de productos con alto contenido de nutrientes no saludables.

En Chile, por ejemplo, una evaluación sobre el impacto de la implementación de los sellos negros reflejó que el 68 por ciento de las personas cambiaron sus hábitos alimentarios, el 25 disminuyó la compra de bebidas con alto contenido en azúcar y que un porcentaje del 20 de las industrias reformularon sus productos para cumplir con el perfil establecido y así evitar los sellos de advertencia en los envases.

Otros estudios comprobaron que los consumidores aceptan el sistema de advertencias por considerarlo un instrumento útil para informarse durante las compras. Además, su diseño con color negro demostró ser el más efectivo, ya que se destaca en los envases y es identificado rápidamente. 

En el proyecto se prohíbe que los alimentos y bebidas analcohólicas que contengan algún sello de advertencia incorporen en sus envases información nutricional complementaria, logos o frases con el patrocinio o avales de sociedades científicas o asociaciones civiles, personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas, etcétera.

Epidemia de sobrepeso y obesidad

En Argentina, según el Ministerio de Salud de la Nación, 6 de cada10 adultos tienen exceso de peso. En el caso de las niñas, niños y adolescentes en edad escolar, el sobrepeso alcanza el 30 por ciento de la población y el 6 por ciento padecen obesidad. Esto afecta sus derechos ya que es un factor de riesgo determinante de enfermedades crónicas no transmisibles.

“En este país, donde el consumo de sal es el doble y el de azúcar agregado es el triple del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, resulta prioritario establecer políticas que contribuyan a mejorar los patrones alimentarios y reducir el consumo de nutrientes críticos, a fin de controlar la epidemia de sobrepeso y obesidad y minimizar su grave impacto sanitario, social y económico”, aconseja la Dra. De Luise, quien integró la delegación oficial  argentina ante el Committee on World Food Security de FAO, la principal organización mundial dedicada a combatir el hambre.

“Toda persona tiene derecho a la información de lo que consume en un alimento procesado pero es necesario acompañar la decisión con un gran esfuerzo de educación al consumidor para asegurarle una correcta interpretación de los datos”, resaltó la docente de la Universidad Nacional de Rosario.  

Fuente: Universidades Hoy